La crisis de la COVID-19 provocó la cancelación de la conferencia de la ONU sobre los océanos prevista en Lisboa. Como sustitución, la ONU ha creado una conferencia virtual: "Diálogo virtual sobre los océanos".

Presidentes y Ministros de Estado, más de 50 representantes gubernamentales, más de 50 sesiones de talleres, 630.000 visitantes "virtuales", casi 1,5 millones de visualizaciones en Instagram... Esta primera edición ha permitido abrir el debate al mayor número de personas posible, hacer balance de los proyectos en curso y comprender el camino que queda por recorrer para garantizar unos océanos sanos. Creemos que con tantas personalidades, responsables políticos y personas influyentes a nivel mundial, tanto consenso político sobre la ambición de preservar nuestros océanos para la salud de la humanidad, tantas iniciativas entusiastas y enérgicas en favor del medio ambiente, tantos jóvenes líderes apasionados y con talento... pensamos que todo irá bien y que el mundo podrá evitar un desastre ecológico en los océanos.

Sorprendentemente, al término de la conferencia, el público votó a favor de dar confianza a los gobiernos en sus actuaciones.

¡Hummm! Esto es alentador, pero aún queda mucho por hacer. La salida de la crisis se está centrando más en la recuperación económica a toda costa y podría dejar a los océanos como los primos pobres de la movilización mundial. Aunque está surgiendo un consenso mundial para la protección de los océanos, los medios financieros siguen siendo tímidos.

La asociación "fin de los residuos plásticos " ha recaudado 1.500 millones de dólares cuando se necesitan 20.000 millones para atajar el problema del plástico. Solo el 2,5% de los océanos está en zonas marinas protegidas, cuando los científicos hablan de un mínimo del 30% que debe alcanzarse en 2030.

Ecos de los Océanos pudo seguir una docena de sesiones.

Finanzas

  • El dinero público por sí solo no bastará para salvar los océanos. Se necesitan asociaciones público-privadas. Para motivar a los inversores, ya sean institucionales, corporativos o privados, los proyectos oceánicos están desarrollando nuevos modelos de negocio. Por ejemplo, las AMP (Áreas Marinas Protegidas) pueden llegar a ser rentables con una gestión cuidadosa de sus recursos pesqueros. La cadena de valor de los plásticos reciclados y biológicos ofrece crecientes oportunidades de mercado. Las start-ups están encontrando financiación de inversores de capital riesgo para desarrollar sus innovaciones. Al tema de las finanzas, podríamos añadir los inicios de la "economía del carbono azul". El carbono azul es el que se encuentra en la vegetación costera, como los manglares o algas como el kelp. Cultivando o restaurando estas zonas costeras se pueden obtener "créditos" de carbono.
los manglares capturan carbono
Recolección de algas en una granja del Reino Unido
Recolección de algas en el Reino Unido

Ciencia

  • Carecemos de datos científicos unificados. La crisis de Covid demuestra hasta qué punto la ciencia es necesaria para ayudar a los gobiernos a tomar decisiones, anticiparse y planificar. Los datos oceanográficos disponibles están dispersos y fragmentados, no existe una plataforma opendata donde laboratorios y científicos puedan compartir sus datos de forma homogénea. Queda mucho por descubrir y analizar: por ejemplo, sólo el 6% de los océanos están cartografiados. Los océanos necesitan leyes y normativas internacionales: la ciencia debe contribuir a ello proporcionando a los Estados datos fiables y precisos.

Francia ha estado infrarrepresentada en estos paneles, a pesar de ser la segunda nación del mundo en términos de ZEE marítima, sólo por detrás de Estados Unidos. Sin embargo, contamos con grandes científicos y navegantes. Cousteau es citado en todas las conferencias mundiales. Sólo podemos lamentar que Francia no tenga más liderazgo en este campo de la protección de los océanos a nivel mundial.

Nos quedaremos con una nota muy positiva de esta conferencia gracias a los jóvenes: demostraron grandes dotes de oratoria, una soberbia libertad de expresión, una mentalidad positiva y "think-out-of-the-box", y mucho sentido común y pragmatismo. Nos quedaremos con la imagen de la joven CEO fundadora de la SOA (Sustainable Ocean Alliance), Daniela Fernadez, integrada en el grupo "Friends of Oceans": un grupo de personas influyentes entre las que se encuentran eminentes personalidades como el Príncipe Alberto de Mónaco, primeros ministros o jefes de grandes grupos internacionales.

Daniela Fernadez en el Acuario de Monterrey
El Director General fundador de la asociación SOA

Conclusión

Al igual que el Davos económico, el Davos oceánico se limita a intercambios internacionales entre expertos científicos, personalidades políticas y directivos de empresas. Esta conferencia aún no tiene repercusión mediática en los informativos y no aparece en los titulares. A pesar de la inclusión en los debates de cuestiones pragmáticas como la economía, las finanzas y el empleo, cabe preguntarse por el impacto de esta conferencia en las poblaciones y sus gobiernos: ¿son conscientes de su fragilidad los 3.500 millones de personas que dependen de los océanos (pesca, alimentación, turismo, etc.)? ¿Se unirán los Estados a esta causa mundial y encontrarán un consenso para dotarla de medios reales? por ejemplo, ¿creando un Fondo Monetario para los Océanos?

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